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miércoles, septiembre 29, 2004

 

Sin palabras





miércoles, septiembre 15, 2004

 

Bajas confirmadas (2/2)

Poco tiempo después, el Analista de Sistemas emitió su informe.

-Los daños son múltiples y muchos de ellos críticos por sí solos -dijo con voz grave-. Uno de los ventiladores está encharcado de fluido hidráulico, el mismo fluido que se escapa a borbotones por las brechas del escudo exterior. Comunicaciones informa que no tenemos visión y la señal de audio se debilita a cada instante.
-¡Maldita sea!
-Aún hay más -continuó-. No tenemos tracción, estamos inmóviles e indefensos. El sistema eléctrico falla, la energía está casi al cero, en fin... Podría continuar pero no creo que sea necesario.
-Entiendo -contesto cabizbajo el Ingeniero jefe-. ¿Qué va a ser de nosotros?
-Pues, en breve, la pérdida de fluido hidráulico provocará un apagón. Poco tiempo después, el motor ya no tendrá nada que bombear y se parará. Seguidamente, el sistema de ventilación hará lo propio y, una vez que eso ocurra, todo se acabará.

El silencio en el Centro de Control era tan denso que se hundiría en el mercurio. Una voz se encargó de anunciar su final.

-Informe de Máquinas, Ingeniero jefe. El motor... Se ha parado.

Las miradas se cruzaron y expresaron lo que las palabras no podrían llegar a describir. Eran las 19:21 y el Ingeniero jefe preguntó por última vez al analista.

-¿Y ahora?
-No se tienen datos exactos -respondió-, pero las estimaciones calculan entre seis y doce minutos. Después...


En la morgue del campamento base los cadáveres se acumulaban. La batalla del día anterior había sido muy cruenta y, lo peor de todo, es que no había servido para nada puesto que al final se había ordenado la retirada.

Aquellos cuerpos que ya habían sido sometidos al breve examen forense eran introducidos en una bolsa de plástico negro que llevaba impreso un número. Ese mismo número encabezada el dossier en el que estaba el informe preliminar de la autopsia que sería repetida si así lo deseaba la familia una vez fuera repatriado el cuerpo.

Sobre la fría mesa metálica el último cadaver aguardaba pacientemente a ser introducido en su bolsa. El Capitán Mitchell se pasó la mano por la frente para secar el sudor que amenazaba con introducirse en sus ojos. Encendió un cigarrillo y ordenó a sus ayudantes que embolsaran al cadaver.

Mientras se cumplía su orden, el Capitán puso otro formulario de autopsia en el tambor de la máquina de escribir y comenzó a redactar su informe. Cuando llegó al apartado donde debía describir las lesiones no pudo evitar un escalofrío. Sabía que ahora tenía que llenar un folio de palabrejas para decir de una manera científica que ese chico había muerto desangrado.

Examen del cuerpo: El cadaver sufre amputación traumática de las extremidades inferiores a la altura de la articulación de la rodilla, debida presuntamente a fuego de mortero. El resto del tronco y la cara está lleno de heridas por impacto de metralla que hacen que el cadaver sea reconocible únicamente por las chapas identificativas. Además son apreciables dos impactos de bala en el hemitorax derecho, lo que provocó un neumotorax quedando solo un pulmón ventilante.

Causa de la muerte: Shock hipovolémico causado por amputación traumática de las extremidades inferiores.

Fecha y hora de la muerte: 16 de Marzo de 1941 a las 19:30 aprox.

El Capitán Mitchell apagó el cigarrillo en el repleto cenicero de su mesa Rubricó el informe y lo archivó con el resto. “Descansa en paz, chico” murmuró mientras salía de la morgue dejando embolsado al último cadaver.



martes, septiembre 14, 2004

 

Bajas confirmadas (1/2)

Eran las 18:54 cuando todas las alarmas se dispararon. El escudo exterior había sido perforado y el Centro de Control se veía desbordado tratando de solucionar la situación crítica a la que parecían enfrentarse.

-¿Cuáles son los daños? -preguntó el Ingeniero jefe.
-Hemos recibido tres impactos en el tren inferior y dos en el superior. El escudo exterior se ha roto.
-¿Qué dicen en la sala de máquinas?
-El fluido hidráulico se está perdiendo, sobre todo por los orificios superiores, pero el motor sigue bombeando.
-¿El sistema eléctrico funciona?
-Sí, de momento.
-Pues envía un mensaje ordenando el sellado de las brechas.
-Pero, son demasiado grandes.
-¡Me da igual! ¡Las quiero selladas ya!
-De acuerdo.
-¿Cómo andamos de combustible? -preguntó recuperando la serenidad.
-Bajo mínimos. La última vez que repostamos fue hace dos días.
-Pues ordena que se queme todo aquello que no se esté usando ahora mismo. No podemos quedarnos sin energía ahora.

Mientras se cumplían las órdenes del Ingeniero jefe llegaron noticias del exterior.

-Comunicaciones informa de que nos batimos en retirada. El resto del escuadrón está replegándose.
-Entendido -dijo el Ingeniero asintiendo con la cabeza antes de gritar- ¡Timonel, rumbo sur cagando leches!
-Recibido.

Se movían con toda la velocidad que podían desarrollar hacia el sur. El escuadrón se había replegado y ahora, juntos, parecían ser un blanco más fácil para el enemigo que, no desaprovechó su ocasión.
Después de un par de disparos desviados, el tercero los rozó. Y el cuarto dio de lleno en la formación.


-¡Nos han alcanzado!
-¿Dónde? -la pregunta del Ingeniero jefe rozaba el pánico.
-Los daños son múltiples. El tren inferior está prácticamente destrozado.
-¿Qué dicen en Máquinas?
-¡El motor está a tope! ¡Va a reventar!
-¿Cuál es nuestra posición?
-Estamos en el suelo, sin tracción.

Después de unos instantes de reflexíon, y viendo que la situación era realmente dramática, decidió hacer algo que hubiera preferido no tener que hacer.

-Quiero un informe del Analista de Sistemas.

Recurrir a eso significaba admitir que la situación le había superado. Era la última posibilidad de encontrar una salida al callejón en el que se encontraban encerrados.



domingo, septiembre 12, 2004

 

Wake me up inside

wake me up inside
call my name and save me from the dark
bid my blood to run
before I come undone
save me from the nothing I've become

Bring me to live, Evanescence



domingo, septiembre 05, 2004

 

Helarte moderno

Adolfo apenas podía reprimir la risa y daba codazos a Quique para que se callara. Un par de metros a su derecha y, parapetados detrás de Marga y Sara, estaba Roberto hablando en voz baja con David. Y delante de todos ellos, estaba Bea.

La idea de la visita al Museo de Arte Moderno había surgido unos cuantos días atrás. Bea, estudiante de Bellas Artes, había propuesto hacer algo diferente a lo usual en un sábado por la tarde:

- La semana próxima inauguran una exposición de Griebal A. Uleman en el Reina Sofía. Podríamos ir. Yo me comprometo a explicaros lo que no entendáis.
- ¿Una exposición de quién? -dijo David casi atragantándose con su cerveza-.
- Sí hombre -atajó rápidamente Quique- el delantero del Bayern de Munich.

Cuando las carcajadas perdieron intensidad pudieron escuchar cómo Bea les explicaba a los demás que se trataba de un pintor sueco bastante importante y que ella pensaba ir de todos modos.

- Y después podríamos cenar algo y salir de marcha. ¿Qué os parece?
- Por mí vale -Marga dijo sonriendo-.
- Yo también me apunto -dijo Sara-.
- Bea -inquirió Quique- ¿Cuánto me va a costar la tarde cultural?
- Pues, no mucho. Hacen descuentos a estudiantes y, puede que en tu caso, al ver lo necesitado de cultura que estás, te dejen pasar gratis.
- ¡Puuuuuummmm! ¡Tocado y hundido! -Adolfo gritó provocando las risas de todos, menos las de Quique.




Así que allí estaba Bea, de espaldas a uno de los cuadros de Uleman, hablándoles sobre los orígenes del pintor y de cómo eso influía en sus obras.

- Este cuadro fue el primero que pintó al trasladarse a Londres -explicó Bea con voz de guía de museo-.
- Sin duda es un puntazo de cuadro -soltó Quique.
- Y seguro que marcaría un punto de inflexión en su obra -apostilló Adolfo manteniendo una fingida seriedad-.
- Sin duda -Quique le contestó-. Fue un punto y aparte.

Cansada de tanta cháchara a sottovocce, Bea les preguntó.

- A ver, niños. ¿Qué os sugiere esta pintura?

Los tertulianos se callaron de repente. Posaron la vista en Bea y después en el cuadro, retornando finalmente la mirada hasta los ojos de Bea. Quique fue el primero en responder.

- Mmmmm... ¿Que Uleman estaba de resaca cuando pintó esto?
- No hombre. Lo que pasa -Adolfo explicó- es que de pequeño no tenía dinero para canicas, y eso le traumatizó.
- Hay que ver que gansos sois.
- Pero somos majetes, Bea.
- ¿Y tú qué dices, David?
- ¿Yo? ¡Pasapalabra!

Todos rieron en voz baja una vez más. De repente Sara se alejó un par de pasos y ladeó la cabeza hacia la izquierda antes de pronunciarse.

- A mí me sugiere una mezcla, una combinación. Es como una gota de agua que se adentra en una llama y una chispa que se hunde en el agua.
- O como un grano de arena flotando en el mar y una gota de agua secándose en la orilla -añadió Bea, feliz de que por fin alguien mostrara interés. Lo que no se esperaba era que Roberto se adelantara y opinase-.
- Pues yo creo que el cuadro habla de la soledad. De lo solo que se puede sentir uno rodeado de mucha gente, y de la angustia y asfixia que se puede llegar a sentir.

Todos guardaron silencio mirando aquellos puntos plasmados sobre el lienzo, hasta que Bea pudo salir de su sorpresa.

- Pues... Caramba... La cuestión es que el cuadro se llama Soledad. Sigamos -Bea tomó del brazo a Roberto y continuaron la visita-.

Rezagados, contemplando el cuadro, se quedaron Adolfo y Quique.
- ¿Has visto lo que yo? - preguntó Quique a Adolfo-.
- Sí -dijo sin apartar la vista del lienzo- Ha sido acojonante. Rober ha acertado lo que quería expresar el pintor.
- Mira que eres tonto -contestó mientras le daba una colleja- Me refiero a que a Bea le mola Roberto.

Y mientras cuchicheaban aceleraron el paso para reunirse con el resto del grupo que ya se había detenido frente a otro cuadro.

jueves, septiembre 02, 2004

 

Gracias

Por enseñarme que a pesar de que me sienta solo, no lo estoy.
Por iluminarme el camino cuando más oscuro se pone.
Por apartar las nubes con vuestras risas y dejar que pase de nuevo la luz del Sol.

Por demostrarme que ya soy asquerosamente rico, puesto que tengo algo que no se puede comprar... Os tengo a vosotros.
Gracias.


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