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viernes, febrero 25, 2005

 

Escala de grises

No hay gota ganadora que impacte contra el pavimento poniendo fin a la incertidumbre de cuándo empezará a llover. El suelo no se oscurece punto a punto ni los cristales de las ventanas se deshacen en lágrimas.

Pero de repente todo para él es gris. Gris el cielo, gris el suelo, grises los edificios, grises las caras, grises sus pasos, grises los sueños, grises sus manos frías, grises las calles, grises sus ojos, grises las risas, grises sus palabras... Día de lluvia sin lluvia.

Con paso cansado, cabizbajo y con los hombros caídos, como si cargase con todas sus derrotas, baja lentamente los peldaños de la escalera.
Una bocanada de aire gris lo sacude. Las puertas del metro se abren, entra en el vagón y las puertas se cierran. Cuando el tren se pone en marcha, agarrado a la barra cierra los ojos y piensa en el momento de llegar a su casa, darse una ducha y meterse en la cama, para así terminar con ese día de lluvia seca.

jueves, febrero 24, 2005

 

La nieve lo cubrió todo

Ayer no escuché a absolutamente nadie recordar que el 23 de Febrero huele a libro de historia.
¿Aburrimiento?
¿Olvido?
¿Indiferencia?
¿O es que diez centímetros de nieve en Madrid capital son capaces de cubrir tanto?


ATENCIÓN: Este es un post de contenido político. Cualquier parecido con un post de esquivando, es pura coincidencia. Ningún esquivando sufrió daños o maltratos durante la redacción de este post.

sábado, febrero 19, 2005

 

Viento madera

Hoy me gustaría saber tocar el saxo. Que mis dedos pulsaran las llaves sabedores de arrancar las notas precisas. Llenar mis pulmones con todo lo que hincha mi cabeza y soplarlo dentro. Salir a la calle y sentarme en un muro con Lisa Simpson. Y en esta noche fría, gritar a la luna con la metálica y ronca voz del saxo que te echo de menos.




"Mi barco es de papel
pero saldré a navegar.
En la isla donde tú estés
allí quiero naufragar.
Y que me huela la piel
a roca, espuma y a sal.
Dime qué tengo que hacer
para ser tu capitán."

Al mar, Fito y los Fitipaldis.






Sólo pensaba en eso mientras escribía...


miércoles, febrero 16, 2005

 

Home sweet home

Yo, que caminé entre el fango y la podredumbre, entre despojos humanos y ratas, que fui el brazo derecho de la Muerte.
Yo, que atravesé mil infiernos que marcaron mi cuerpo y mi alma a base de metralla y gritos que me despertaban en mitad de la noche, en las que bebí napalm y arranqué sanguijuelas de mi piel.
Yo, sobreviví donde otros cayeron.

Ni la lluvia incesante podía lavar la sangre que empañaba la mirada vacía que tenía desde hace meses. No había horror que lograra conmoverme. Era un zombi que solo pensaba en matar antes de que le matasen.
Recuerdo que la primera vez que tuve que matar acabé vomitando, y mis bilis se mezclaron con la sangre de aquel soldado vietnamita que yacía inerte con la cabeza colgando, degollado por mi cuchillo. Al poco tiempo no sentía nada al matar. Era capaz de descerrajar un tiro en la sien de un anciano con la misma facilidad que se aplasta una araña. Tampoco sentía gran cosa al tener que quitar de mi uniforme las tripas de un compañero que había saltado por los aires tras pisar una mina. Lo único que me mantenía cuerdo era la idea de regresar al campamento con vida y contar los días que restaban para licenciarme. Lo único entre tanta bazofia, entre tanta muerte, entre tanta sangre, lo único eras tú.
Era por ti por quien me mantenía alerta, por ti era por quien escudriñaba la maleza para, entre los mil tonos de verde, encontrar ese AK 47 que me apuntaba y poder vaciarle medio cargador en el pecho a su dueño. Por ti mataba, por ti me mantenía con vida, tú hacías que tuviera fuerzas para seguir despertándome en el infierno cada día.
Tú eras la única razón por la que luchaba. Volver a estar a tu lado, sentir tu calor y pensar que todo aquello no era más que una jodida pesadilla.

Y ahora que regreso, en lugar de hacerme despertar de mi mal sueño, me matas. Has hecho lo que ningún charlie con sus balas y sus bombas logró. Ya no me queda nada por lo que vivir.
Al menos has conseguido que vuelva a emocionarme, cariño. Hacía un año y cuatro meses que no lloraba.


En ese momento, el sargento sacó su automática de la cartuchera, la amartilló y disparó cuatro veces sobre el cuerpo de aquel hombre que estaba desnudo bajo las sábanas de su cama. Acto seguido, acalló los gritos de su mujer con otros cuatro disparos.
Finalmente colocó el cañón caliente del arma en su sien, y mientras una lágrima resbalaba por su rostro, disparó la última bala.

martes, febrero 01, 2005

 

Esta noche

Duerme. Acuéstate y duerme tranquila, que esta noche velaré tus sueños. No consentiré que nada perturbe tu descanso.

Por cada pesadilla, por cada mal recuerdo que intente colarse, besaré dos veces tu cabeza dejando que tu cabello acaricie mi rostro.
Contaré cada suspiro, cada respiración, cada vez que tu pecho se llene de vida y el aroma de tu cuerpo arrullará mis sentidos. Me aferraré a ti como las raíces de la encina abrazan la tierra y sentiré cada latido de tu corazón. Y cada latido será un segundo, y cada segundo será una punta, y con cada cinco fabricaré una estrella que brille por siempre en tu cielo.




Y cuando el alba esté a punto de romper la noche y el calor intente robarte, yo seré tu escudo y no dejaré siquiera que tu piel logre rozar.
Así que cierra los ojos, y sueña.

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