martes, abril 13, 2004
Cosas de niños
- Porque el mismo aire que a ti te asfixia, a mí me nutre. Porque el suelo que tú desprecias pisándolo, es al que yo abrazo y no dejo escapar. Porque el mismo sol que a ti te quema y del que te resguardas, a mí me yergue y no dejo de buscarle. Porque tus deshechos son mi fuente de vida. Porque te mueves y quieres verlo todo, mientras yo inmóvil dejo que me vean...- y diciendo esto, dejó caer uno de sus rojos pétalos. Él lo recogió y lo guardó en un de los bolsillos de su pantalón de pana.
- ¿Qué tal en el parque? - le preguntó su madre mientras le quitaba el abrigo y las botas manchadas de barro.
- Muy bien. He jugado en los columpios y una rosa me ha contado porqué las personas y las flores no pueden ser novios - replicó el pequeño.
- ¡Vaya!, qué interesante. Pues ahora me lo cuentas todo mientras te baño, ¿te parece bien?.
- Vale.
Su madre sonrió, le tomó en brazos y le hizo cosquillas en el cuello al darle un beso. Sus risas se fueron apagando a medida que subían las escaleras camino de la bañera.
- ¿Qué tal en el parque? - le preguntó su madre mientras le quitaba el abrigo y las botas manchadas de barro.
- Muy bien. He jugado en los columpios y una rosa me ha contado porqué las personas y las flores no pueden ser novios - replicó el pequeño.
- ¡Vaya!, qué interesante. Pues ahora me lo cuentas todo mientras te baño, ¿te parece bien?.
- Vale.
Su madre sonrió, le tomó en brazos y le hizo cosquillas en el cuello al darle un beso. Sus risas se fueron apagando a medida que subían las escaleras camino de la bañera.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.