jueves, abril 15, 2004
Embalando recuerdos
En breve cambio de piso. Cajas de cartón se apilan en el pequeño salón mientras los estantes de los muebles son mudos testigos del lento pero incesante emigrar de libros, figuras, fotos...
Hoy he empezado a guardar cosas de mi habitación. He embalado cuidadosamente mi colección de minerales y de arenas de playa; he recordado mi estancia en los sitios donde las recogí, o a las personas que se acordaron de mí y me trajeron un poco de arena junto con una sonrisa. En otras cajas, centenares de piezas aguardan pacientes a que les dedique algún tiempo para ser ensambladas y pintadas hasta formar un avión, un helicóptero o un velero. Y aun queda lo peor, guardar los libros. Porque el saber no ocupará lugar, pero los libros sí. Y además pesan lo suyo...
He vuelto a ver fotos de tiempos más felices ya pasados, cuando el mañana no importaba, y me he preguntado qué será de esos que no volví a ver.
Figuras y juegos de niñez que el tiempo ha arropado con polvo me saludan de nuevo. Qué largos eran los días entonces, y que largas son ahora las noches... Tesoros de antaño guardados con mimo son ahora cacharros sin valor que viajarán hasta uno de esos testigos de la "civilización" humana que son los vertederos de basura.
Quizá sea el ver que toda una vida cabe en unas cuantas cajas de cartón, puede que sea la música de Sigur Ros que escucho mientras escribo esto o tal vez sean los recuerdos que se agolpan en mi mente. No sé el motivo en concreto. Lo que sí sé, es que me siento insignificante y viejo.
Hoy he empezado a guardar cosas de mi habitación. He embalado cuidadosamente mi colección de minerales y de arenas de playa; he recordado mi estancia en los sitios donde las recogí, o a las personas que se acordaron de mí y me trajeron un poco de arena junto con una sonrisa. En otras cajas, centenares de piezas aguardan pacientes a que les dedique algún tiempo para ser ensambladas y pintadas hasta formar un avión, un helicóptero o un velero. Y aun queda lo peor, guardar los libros. Porque el saber no ocupará lugar, pero los libros sí. Y además pesan lo suyo...
He vuelto a ver fotos de tiempos más felices ya pasados, cuando el mañana no importaba, y me he preguntado qué será de esos que no volví a ver.
Figuras y juegos de niñez que el tiempo ha arropado con polvo me saludan de nuevo. Qué largos eran los días entonces, y que largas son ahora las noches... Tesoros de antaño guardados con mimo son ahora cacharros sin valor que viajarán hasta uno de esos testigos de la "civilización" humana que son los vertederos de basura.
Quizá sea el ver que toda una vida cabe en unas cuantas cajas de cartón, puede que sea la música de Sigur Ros que escucho mientras escribo esto o tal vez sean los recuerdos que se agolpan en mi mente. No sé el motivo en concreto. Lo que sí sé, es que me siento insignificante y viejo.
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