viernes, abril 23, 2004
Ingeniería alemana (2ª parte)
- ¿Y si las puertas no se abren? ¿Y si estamos demasiado profundo? - respondió entre sollozos Nico.
- Se abrirán, ya lo verás. Y el río no tiene más de 15 metros por aquí, nos hemos caido desde el puente viejo. Además, había más coches cruzando, así que ya deben haber avisado a los bomberos.
- ¿Y si los esperamos?
- No, no hay tiempo. En cinco minutos el agua nos llegará al pecho. Hay que salir ya. Vamos a respirar hondo unas cuantas veces, igual que cuando buceamos en la piscina. Venga.
Los dos empezaron ha inspirar profundamente, así oxigenarían mejor su sangre y podrían llenar sus pulmones algo más. Mientras tanto, Berto busco el pulsador que accionaba el elevalunas eléctrico. Puso el dedo sobre él.
- Bueno socio, a la de tres aprieto el botón. ¿Ok?
Nico asintió con la cabeza.
Berto elevo el pulgar de su mano derecha, después el índice, y a la vez que elevaba el anular y presionaba el botón, ambos contuvieron la respiración.
- ¡Mierda!, no funciona. - Dijo Berto.
- ¿Por qué?
- El sistema eléctrico se desconecta en caso de accidente para evitar que una chispa incendie el depósito de gasolina.
- ¡Me cago en la puta ingeniería alemana! ¿Y ahora qué? ¡El agua sigue entrando!
- ¡Las ventanillas de atrás son manuales! ¡Vamos!
- Tú primero.
Berto, apoyándose en el reposacabezas y en el volante, se levantó y pasó a los asientos traseros. Nico le siguió.
- Venga, como antes, respira hondo - y diciendo esto sumergió la mano en el agua, que casi les llegaba al pecho, y aferró a la manecilla.
Los rostros tensos. Los cuerpos entumecidos por el frío. Volvió a repetir el ritual. Pulgar, índice y anular. El ruido del agua entrando en el habitáculo rompió el tétrico silencio que habían mantenido mientras contaban hasta tres. Pronto el coche se inundó.
Berto salió por la puerta trasera izquierda, Nico intentó salir por la puerta derecha pero no pudo abrirla, así que tuvo que salir por la misma que Berto había utilizado. Una vez fuera del coche se dio cuenta de lo complicado que es nadar vestido. Le costaba mucho mover las piernas y elevar los brazos para dar las brazadas. Berto se alejaba veloz hacia la superficie.
Había escuchado en algún sitio que existen dos tipos de muertes por ahogamiento, la causada por el agua al entrar en los pulmones y los ahogados "en seco". En estos últimos las vías respiratorias se ocluyen y no permiten que nada entre en los pulmones.
Mientras notaba como dejaba de ascender y que Berto estaba cada vez más lejos, se preguntaba qué tipo de muerte sería la suya...
- Se abrirán, ya lo verás. Y el río no tiene más de 15 metros por aquí, nos hemos caido desde el puente viejo. Además, había más coches cruzando, así que ya deben haber avisado a los bomberos.
- ¿Y si los esperamos?
- No, no hay tiempo. En cinco minutos el agua nos llegará al pecho. Hay que salir ya. Vamos a respirar hondo unas cuantas veces, igual que cuando buceamos en la piscina. Venga.
Los dos empezaron ha inspirar profundamente, así oxigenarían mejor su sangre y podrían llenar sus pulmones algo más. Mientras tanto, Berto busco el pulsador que accionaba el elevalunas eléctrico. Puso el dedo sobre él.
- Bueno socio, a la de tres aprieto el botón. ¿Ok?
Nico asintió con la cabeza.
Berto elevo el pulgar de su mano derecha, después el índice, y a la vez que elevaba el anular y presionaba el botón, ambos contuvieron la respiración.
- ¡Mierda!, no funciona. - Dijo Berto.
- ¿Por qué?
- El sistema eléctrico se desconecta en caso de accidente para evitar que una chispa incendie el depósito de gasolina.
- ¡Me cago en la puta ingeniería alemana! ¿Y ahora qué? ¡El agua sigue entrando!
- ¡Las ventanillas de atrás son manuales! ¡Vamos!
- Tú primero.
Berto, apoyándose en el reposacabezas y en el volante, se levantó y pasó a los asientos traseros. Nico le siguió.
- Venga, como antes, respira hondo - y diciendo esto sumergió la mano en el agua, que casi les llegaba al pecho, y aferró a la manecilla.
Los rostros tensos. Los cuerpos entumecidos por el frío. Volvió a repetir el ritual. Pulgar, índice y anular. El ruido del agua entrando en el habitáculo rompió el tétrico silencio que habían mantenido mientras contaban hasta tres. Pronto el coche se inundó.
Berto salió por la puerta trasera izquierda, Nico intentó salir por la puerta derecha pero no pudo abrirla, así que tuvo que salir por la misma que Berto había utilizado. Una vez fuera del coche se dio cuenta de lo complicado que es nadar vestido. Le costaba mucho mover las piernas y elevar los brazos para dar las brazadas. Berto se alejaba veloz hacia la superficie.
Había escuchado en algún sitio que existen dos tipos de muertes por ahogamiento, la causada por el agua al entrar en los pulmones y los ahogados "en seco". En estos últimos las vías respiratorias se ocluyen y no permiten que nada entre en los pulmones.
Mientras notaba como dejaba de ascender y que Berto estaba cada vez más lejos, se preguntaba qué tipo de muerte sería la suya...
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