lunes, agosto 23, 2004
El Grito
Me gustaría detenerme en mitad de la calle, y gritar.
Gritar hasta romperme la voz, hasta vomitar mi alma magullada. Inspirar hasta llenar tanto los pulmones que me duelan para poder gritar durante más tiempo.
Gritar hasta sentir el sabor metálico de la sangre que brote de mis cuerdas vocales, hasta que mis oidos estallen, hasta darme la vuelta y eviscerarme.
Gritar y cerrar los ojos para no pensar en nada más que en el grito. Apretar los puños con rabia y gritar tan alto como pueda.
Y lo haría, si sirviese para algo...
Este cuadro, pintado por Edvard Munch en 1893 y titulado El Grito, es uno de los trabajos de este pintor robados ayer del museo Munch, en Oslo. Es una obra impactante y que, al menos a mí, me transmite una sensación de agobio terrible.
Ojalá recuperen pronto esos cuadros.
Gritar hasta romperme la voz, hasta vomitar mi alma magullada. Inspirar hasta llenar tanto los pulmones que me duelan para poder gritar durante más tiempo.
Gritar hasta sentir el sabor metálico de la sangre que brote de mis cuerdas vocales, hasta que mis oidos estallen, hasta darme la vuelta y eviscerarme.
Gritar y cerrar los ojos para no pensar en nada más que en el grito. Apretar los puños con rabia y gritar tan alto como pueda.
Y lo haría, si sirviese para algo...

Este cuadro, pintado por Edvard Munch en 1893 y titulado El Grito, es uno de los trabajos de este pintor robados ayer del museo Munch, en Oslo. Es una obra impactante y que, al menos a mí, me transmite una sensación de agobio terrible.
Ojalá recuperen pronto esos cuadros.

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