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miércoles, septiembre 15, 2004

 

Bajas confirmadas (2/2)

Poco tiempo después, el Analista de Sistemas emitió su informe.

-Los daños son múltiples y muchos de ellos críticos por sí solos -dijo con voz grave-. Uno de los ventiladores está encharcado de fluido hidráulico, el mismo fluido que se escapa a borbotones por las brechas del escudo exterior. Comunicaciones informa que no tenemos visión y la señal de audio se debilita a cada instante.
-¡Maldita sea!
-Aún hay más -continuó-. No tenemos tracción, estamos inmóviles e indefensos. El sistema eléctrico falla, la energía está casi al cero, en fin... Podría continuar pero no creo que sea necesario.
-Entiendo -contesto cabizbajo el Ingeniero jefe-. ¿Qué va a ser de nosotros?
-Pues, en breve, la pérdida de fluido hidráulico provocará un apagón. Poco tiempo después, el motor ya no tendrá nada que bombear y se parará. Seguidamente, el sistema de ventilación hará lo propio y, una vez que eso ocurra, todo se acabará.

El silencio en el Centro de Control era tan denso que se hundiría en el mercurio. Una voz se encargó de anunciar su final.

-Informe de Máquinas, Ingeniero jefe. El motor... Se ha parado.

Las miradas se cruzaron y expresaron lo que las palabras no podrían llegar a describir. Eran las 19:21 y el Ingeniero jefe preguntó por última vez al analista.

-¿Y ahora?
-No se tienen datos exactos -respondió-, pero las estimaciones calculan entre seis y doce minutos. Después...


En la morgue del campamento base los cadáveres se acumulaban. La batalla del día anterior había sido muy cruenta y, lo peor de todo, es que no había servido para nada puesto que al final se había ordenado la retirada.

Aquellos cuerpos que ya habían sido sometidos al breve examen forense eran introducidos en una bolsa de plástico negro que llevaba impreso un número. Ese mismo número encabezada el dossier en el que estaba el informe preliminar de la autopsia que sería repetida si así lo deseaba la familia una vez fuera repatriado el cuerpo.

Sobre la fría mesa metálica el último cadaver aguardaba pacientemente a ser introducido en su bolsa. El Capitán Mitchell se pasó la mano por la frente para secar el sudor que amenazaba con introducirse en sus ojos. Encendió un cigarrillo y ordenó a sus ayudantes que embolsaran al cadaver.

Mientras se cumplía su orden, el Capitán puso otro formulario de autopsia en el tambor de la máquina de escribir y comenzó a redactar su informe. Cuando llegó al apartado donde debía describir las lesiones no pudo evitar un escalofrío. Sabía que ahora tenía que llenar un folio de palabrejas para decir de una manera científica que ese chico había muerto desangrado.

Examen del cuerpo: El cadaver sufre amputación traumática de las extremidades inferiores a la altura de la articulación de la rodilla, debida presuntamente a fuego de mortero. El resto del tronco y la cara está lleno de heridas por impacto de metralla que hacen que el cadaver sea reconocible únicamente por las chapas identificativas. Además son apreciables dos impactos de bala en el hemitorax derecho, lo que provocó un neumotorax quedando solo un pulmón ventilante.

Causa de la muerte: Shock hipovolémico causado por amputación traumática de las extremidades inferiores.

Fecha y hora de la muerte: 16 de Marzo de 1941 a las 19:30 aprox.

El Capitán Mitchell apagó el cigarrillo en el repleto cenicero de su mesa Rubricó el informe y lo archivó con el resto. “Descansa en paz, chico” murmuró mientras salía de la morgue dejando embolsado al último cadaver.



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