viernes, marzo 11, 2005

Había huelga de profesores, así que no madrugué y me quedé en la cama. El móvil empezó a sonar. Un mensaje tras otro: "¿Estás bien?". En la televisión, hierros retorcidos, llanto, sangre y dolor.
Al día siguiente cogí el tren. Gente cabizbaja y en silencio. Miedo y lágrimas en los ojos.
Un año después, las mismas traviesas, los mismos raíles, el mismo bullicio, las mismas paradas, los mismos andenes, el mismo trayecto... Y sin embargo nada es igual.

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