Ese era el nombre de un antiguo toque de corneta del ejército español, y que no sé si habrá perdurado hasta hoy. Y es así, a degüello, el modo en el que los consumidores debemos defender nuestros derechos ante cualquier empresa o estamento bien sea público o privado.
Comento ésto porque me he convertido en un usuario tocacojones. Ayer mismo pedí el libro de reclamaciones en el Metro porque el vagón en el que viajé carecía de aire acondicionado. Y no descarto, al paso que va el servicio que presta Metro de Madrid, entablar una hermosa amistad con la taquillera.
Os animo a defender vuestros derechos: reclamad.

P.S. Para la tranquilidad de los tímid@s, en la mayoría de los casos se puede reclamar desde las páginas web de las empresas en cuestión