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viernes, abril 30, 2004

 

Lamento en clave de Fa

Los fluorescentes del vagón decidieron tomarse el día libre, salvo unos cuantos que alumbraban como de costumbre. Un vagón de Metro en penumbra hacía juego a la perfección con sus ojeras, su andar cabizbajo y con las nubes ceniza que le esperaban en la superficie.

El ruido del convoy al avanzar sobre los raíles y el chirrido metálico al friccionar los frenos sobre las ruedas eran lo único que interrumpía el silencio incomodo de miradas de reojo entre los viajeros.

Justo antes de bajarse sostuvo un duelo de miradas con la chica rubia que estaba sentada frente a él. Como siempre, perdió. Las puertas se abrieron y se sumergió en la marea humana que avanzaba hasta las escaleras mecánicas.

Un sonido demasiado amable para ese entorno le sacó de su ensimismamiento. Era leve, apenas perceptible al principio, pero que se iba haciendo más audible según la escalera mecánica devoraba peldaños.

Al llegar al pasillo superior ya se podía distinguir el triste canto del violín. Parecía que la multitud era arrastrada por las notas que el arco desgarraba una a una de las cuatro cuerdas. Pero no era así. La gente pasaba de largo y giraba a la izquierda para llegar a un nuevo tramo de escaleras que les llevara a la superficie. Todos menos él.

Se quedó parado frente al violinista, que ajeno a todo seguía tocando. Leía la partitura que reposaba sobre el destartalado atril con ojos cansados y vacíos, mientras que sus dedos viajaban vertiginosamente sobre el diapasón haciendo breves escalas sobre las cuerdas.

Agónicos lamentos brotaban de la madera, a veces largos y calmos, otras veces breves e intensos, pero siempre al ritmo hipnótico que marcaba el arco.

Y allí parado, sintiendo como el violín le atravesaba el alma estuvo hasta que otro convoy vomitó su cargamento de personas que llenaron de nuevo el pasillo.

Él se dejó arrastrar esta vez por la marea y subió en las escaleras mecánicas. Mientras ascendía y antes de que la voz del violín se apagase, se giró. Tuvo tiempo de una última mirada al violinista antes de que fuera lentamente engullido por el techo del pasillo.

En la superficie, el cielo seguía igual de ceniza.

jueves, abril 29, 2004

 

Agua y Tierra

Hace muchos, muchos años, en una época en la que todas las estrellas eran jóvenes y en la que las noches solo eran alumbradas por la luna, había un planeta ni muy frio ni muy caliente, ni muy grande ni muy pequeño, un planeta bastante normal.

En ese planeta existían muchas formas de vida. Había árboles, arbustos y algunos animales. De entre los animales había dos muy peculiares, que andaban erguidos sobre sus cuartos traseros. Eran los únicos de su especie, un macho y una hembra, y siempre estaban juntos. Se cuidaban el uno al otro y vivían en armonía con el resto de seres y con el planeta, al que habían bautizado Tierra, puesto que en su superficie solo había eso, tierra.

Una mañana, el macho, al comprobar que de todos los pozos que había perforado lo único que había conseguido sacar era más tierra, decidió poner rumbo a las montañas. Subiría hasta la cima y allí, cerca de las nubes, arañaría el cielo hasta que brotara agua.

Se despidió de la hembra, que se quedó triste y asustada, y partió hacía las lejanas montañas.

Muchas veces las luces del Sol y de la Luna se turnaron para reinar en el cielo hasta que el macho alcanzó la cumbre. Una vez allí luchó contra el cielo con uñas y dientes. El día se oscureció y el aire se tornó denso. Una niebla asfixiante envolvió al macho y desapareció.

Desde la distancia, la hembra contemplaba cómo todo era oscuridad en la montaña, que apenas se distinguía ya en el horizonte. De repente un fulgor azulado salió de aquella negra espesura y al poco tiempo, un estruendo hizo temblar el suelo e hizo callar a los animales. La hembra supo que en aquel mismo instante ella estaba sola, y que él no volvería jamás.

La oscuridad se apoderó de los cielos, y comenzó a caer una fina lluvia que fue haciéndose más intensa poco a poco. Ella se sentó en el suelo y rompió a llorar. Lloró y lloró hasta deshacerse en lágrimas, y sus lágrimas inundaron el planeta.

Así que es gracias a ese macho por lo que la lluvia cae del cielo, y son las lágrimas de aquella hembra las que hicieron los mares salados. Y es por ellos dos, que un planeta que está casi totalmente cubierto por agua, se llama Tierra.


miércoles, abril 28, 2004

 

Pase lo que pase...

Ya no recordaba lo que duele un silencio.

Ya no recordaba lo que escuecen las palabras ni lo que se pueden añorar las caricias. Estuve a punto de olvidar lo que duele un gracias, cuando esperas un yo también a ti. Tampoco recordaba lo feliz que te puede hacer leer un nombre o escuchar una risa, ni lo breve que es la felicidad.

Dicen que recordar es volver a vivir... ¿Y si ya no quiero recordar más?

No sé cómo, pero he llegado hasta aquí. Es curioso que mis pies sepan dónde llevarme sin que tenga que pensar en ello. Ahora, sentado en la hierba, oliendo a tierra mojada y sintiendo el viento en la cara, tengo unos segundos de calma. En breve el sol se pondrá, pero pase lo que pase saldrá mañana. Pase lo que pase...

Una hormiga aventurera trepa por mi pierna. Mientras la dejo de nuevo sobre la hierba, no puedo evitar desear ser una de ellas. Siempre ocupadas, nunca preocupadas, libres de si mismas...

El sol acaba de ocultarse tras las montañas. La gente se empeña en encender luces para ahuyentar la noche. Mis horas de soledad terminan, las sombras vienen a mi encuentro. La oscuridad se sienta a mi lado y de nuevo volverá a abrazarme.

martes, abril 27, 2004

 

Ponme otra (2ª parte)

Éste texto está dedicado a mi amigo Ramón. Gracias por todo socio.

Matt parpadeó un par de veces antes de maldecir en murmullos a la selección aleatoria de discos y darse cuenta de que su vaso estaba vacío.

- Eh, señor camarero. Mi vaso está vacío y el suyo también.

- Eso tiene arreglo - replicó Rob mientras inclinaba de nuevo la botella - ¿Otro brindis?

- Sí. Vamos a brindar por las máquinas tocapelotas.

- Salud.

Después de dos tragos, el tercero ya no le pareció tan abrasivo para su garganta. Mientras le hacía señas para que rellenara de nuevo los vasos le preguntó:

- Oye Rob, ¿desde cuando nos conocemos?

- Desde hace tiempo. El suficiente para saber que tres vasos de bourbon son bastantes para que te empiecen a patinar las erres al hablar.

- Vamos, contesta.

- Veamos: la extinción de los dinosaurios fue hace...

- Desde luego no sé como estás trabajando de camarero pudiéndote ganar la vida de humorista en Broadway...

- Dos años, puede que algo más. Un día entraste con alguien, te serví una cerveza y me fije en que no paraste de bromear en todo el tiempo. Pensé que debías ser un buen tipo, y no creo haberme equivocado.

- ¿Y por qué los buenos tipos como nosotros tenemos tan mala suerte?

- La mala suerte no existe. O tienes suerte o no la tienes, pero el concepto mala suerte es incongruente.

- ¡Me cago en mi vida! A ver si ahora resulta que eres Doctor en Literatura por la universidad Jack Daniel's de Tennessee.

- ¡Eh! Que yo leo mucho. Soy un camarero con inquietudes.

- Pues entonces, dime: ¿por qué todo me va de culo?

Los agudos de los Skyliners treparon hasta el amarillento techo del bar y se desvanecieron lentamente dando paso a You can´t always get what you want, de Sus Satanicas Majestades.

- Mira - dijo Rob señalando a la máquina de discos con la mirada - ahí tienes a los Rolling Stones dándote la respuesta.

- Oye, no tendrás un puto mando a distancia ahí escondido y vas poniendo las canciones que te salen de las pelotas, ¿no?

- Hay que ver que mal hablas cuando te emborrachas.

- Pues brindemos una vez más por todas las cosas que quiero y que jamás tendré.

- Brindemos pues.

Rob rellenó una vez más los vasos, brindaron y tragaron otra dosis de bourbon.

- Estoy empezando a cogerle el gustillo a esto del bourbon.

- Sí, eso dice tu mirada vidriosa. Si no te importa voy a ir recogiendo un poco para cerrar.

- No, no me importa, pero déjame la botella que quiero seguir pinchándome con las espinas de estas cuatro rosas.

- Socio, sé lo fácil que resulta decir esto y lo jodido que es hacerlo, pero tienes que olvidarla.

- Lo intento Rob, lo intento. Cada jodida noche, cada maldito día, intento sacarla de mi cabeza.

Matt llenó su vaso, dejó la botella sobre la barra y comenzó a pasar el dedo anular por el borde del vaso. Escuchó terminar la canción de los Stones, y sin levantar la vista del vaso, dijo exhalando un suspiro:

- La vida es una puta mierda.

- Matt, tu problema es que siempre esperas demasiado. Esperas tener suerte, esperas que las cosas mejoren, esperas que deje de llover... No esperes nada y nada te desesperará, ese es mi lema. Y deja de beber, porque la respuesta no está en esa botella, está dentro de tu sesera - y dicho esto comenzó a sonar The Police y su Message in a bottle.
Las miradas de ambos se encontraron y después giraron hacia la máquina. Matt se levantó del taburete y bebió de un trago el bourbon que acababa de servirse. Con la verticalidad algo deteriorada caminó hacia la la jukebox y acercando la cara a la pantalla susurro:

- ¿Sabes lo que te digo? Que te jodan - y le propinó una patada que provocó dos cosas: la primera fue su caida al suelo, puesto que perdió el equilibrio, y la segunda fue que la canción saltara y empezara a sonar The End de los Doors.

- Pues mira por donde, el señor Morrison, tiene toda la razón, y ya está bien por hoy - dijo Rob riéndose mientras se acercaba para ayudar a Matt a levantarse. Apagó las luces, salieron a la calle y echó el cierre.
Mientras Rob subía la cremallera de su cazadora Matt se puso muy serio y le dijo:

- Gracias Rob. Gracias por todo.

- Anda - contestó sonriendo - te acompaño a casa.

Cruzaron la calle y el cielo quiso obsequiarles con una fina lluvia. Un perro que andaba revolviendo entre las bolsas de basura levantó un instante la cabeza al escuchar sus pasos, pero los desperdicios le parecieron más interesantes que las dos figuras que se aproximaban. Matt agarró por el brazo a Rob deteniéndole en seco, y mirándole fijamente a los ojos le dijo:

- Rob, o sacas la puta máquina de tu bar o no vuelvo. Creo que me tiene manía.

Las carcajadas de Rob retumbaron en la noche y Matt no pudo evitar que las risas también le contagiaran.

- Ahora que lo dices, no he apagado la jodida máquina. No quiero saber qué canción estará sonando ahora mismo.

- Yo tampoco.

Matt puso su brazo sobre los hombros de Rob y éste correspondió haciendo lo mismo sobre él. La calle volvió a quedarse silenciosa cuando ambos doblaron la esquina y sus pasos se fueron alejando. Mientras tanto, en el bar, Queen cantaban Friends will be friends.


lunes, abril 26, 2004

 

Ponme otra (1ª parte)

Éste texto está dedicado a mi amigo Ramón. Gracias por todo socio.

- ¿Hay sitio para un borracho más o ya tienes el aforo completo? - preguntó asomando solo la cabeza en el interior del bar.

- Pues no sé... - contestó dubitatibo el camarero, que con los brazos apoyados en la barra inspeccionaba el desierto local como si buscara un hueco donde meterle.

- Creo que por uno más no va a pasar nada - dijo mientras atravesaba la puerta.

- Traes mala cara tio.

- Pues que sepas que esto - y señaló hacia su rostro mientras lo decía - es mi mejor sonrisa del día.

- ¡Coño! ¿ Y a qué debo semejante honor?

- Pues a que eres el mejor camarero de éste antro - contestó mientras se sentaba en uno de los taburetes que se alineaban marcialmente al lado de la barra.

- Eso sería un gran honor... si tú no fueras un capullo y yo no fuera el único camarero de este antro.

- Me alegra ver que al menos estamos de acuerdo en la denominación de antro.

- ¿Qué te sirvo?

- Ponme un trago de bourbon.

- ¿Bourbon?

- ¿Hay eco?

- No, es que las damiselas sofisticadas como tú no suelen pedirme eso.

- Bueno, hoy es un día tan bueno como otro cualquiera para empezar a beber bourbon, ¿no crees?.

- Amén

El camarero puso dos vasos con algo de hielo sobre sendos posavasos, se giró y escudriñó los estantes donde las botellas esperaban pacientes que las dieran un paseo hasta la barra. Tras unos segundos, su mano derecha estranguló una botella de Four Roses que pronto dio color al palido hielo.

- Tienes una máquina de discos nueva.

- Se nota que no vienes desde hace bastante.

- Pero si vine anteayer.

- ¿Lo ves? La trajeron ayer.

- ¿Y qué le paso a la otra?

- Nada. La empresa esta sustituyendo el otro modelo. Este tiene 200 canciones, más variedad dicen ellos, menos visitas para cambiar discos digo yo. Brindemos.

- Sí. Por los antros y por sus camareros.

- Y por los clientes que deciden empezar a beber bourbon un martes a las doce menos cuarto de la noche.

Los dos vaciaron de un trago los vasos y los posaron sonoramente en la barra.

- ¡Brrrrrrrrrr! ¡Joder! ¿Qué me has puesto? ¿ Líquido para desatrancar tuberías?

- Pobre nene. ¿Te pongo un zumito de piña mejor?

- No, ponme otro de estos y quita la televisión que voy a poner a prueba este diabólico invento de Satán - dijo mientras se acercaba a la máquina de discos.

- Hombre, variedad sí que tiene. Aunque a Bob Dylan se le retuerza el alma por compartir la misma máquina que Enrique Iglesias.

Sacó de su bolsillo unas monedas y las fue introduciendo en la ranura hasta que tuvo crédito suficiente para escuchar diez canciones. Después pulsó el botón de reproducción aleatoria diciendo "veamos qué sacas de tus tripas".

Regresó al taburete de la barra,se sentó y se dispuso a brindar de nuevo. Mientras elevaban los vasos comenzó a sonar Breaking up is hard to do, de Neil Sedaka.

- La madre que parió a la puta máquina - soltó Matt cerrando los ojos.

- ¿Qué pasa? ¿No te gustan los clásicos?

- Sí, pero éste... En fin, brindemos: por las despedidas.

- Por las despedidas - repitió Rob antes de engullir de nuevo el bourbon. - ¿Y de quién nos despedimos?

- De ella. Ponme otra.

- No es por meterme donde no me llaman, pero deberías haberte despedido hace tiempo, socio.

- Pues para no querer meterte donde no te llaman, lo haces de puta madre.

- Ya sabes que solo te cobro las copas, las puñaladas te las sirvo gratis.

- Sí, sí... lo sé. Dame de esos cacahuetes rancios que tienes, que quiero comprobar si la mierda esta me ha perforado ya el estómago.

- Si así fuera se te estaría escapando la mala leche por el agujero, y la sigues escupiendo por la boca - le dijo Rob sonriendo mientras le dejaba una bandeja de cacahuetes pelados junto a su copa.

- Lo siento, pero no estoy en mi mejor momento. Hace mucho que no lo estoy. Desde que se fue para ser exactos.

- A eso me refiero. Se fue y no has querido aceptarlo. Las cosas se acaban, es un hecho.

Los dos se callaron. Matt tenía la mirada perdida en el fondo del vaso y Rob contemplaba a su amigo cabizbajo. Le daba cien patadas verle así. Sobre todo cuando muchas noches tenía que pedirle que dejara de hacerle reir o tendrían que explicar al de la ambulancia por qué necesitaba un medico alguien que no paraba de emitir carcajadas.
El silencio se encargaron de romperlo The Skyliners cantando Since I don't have you.

continuará...

domingo, abril 25, 2004

 

OK

He encontrado una hoja que andaba perdida, o mejor dicho, estratégicamente colocada dentro del caos organizado de mi habitación, en la que se exponen brevemente las teorías que explican el origen de la expresión OK (Okay). Me ha parecido curioso y he decidido subirlo hoy domingo (así de paso doy tregua a mi pobre cabeza, para que a partir de mañana pueda dictar a mis dedos más historias de esas "tan alegres" como decía J*el otro día).
Eso sí, no sé hasta qué punto son válidas, así que tomadlo solo como teorías que traduje de una revista yankee, pero que como curiosidad y para dejar a alguien alucinado con nuestros conocimientos, no está mal.

1.- "Aux Cayes"
Así se llamaba el puerto de Haití desde donde se exportaba un ron de excelente calidad. Como ese ron era muy bueno, el nombre del puerto se convirtió en sinónimo de calidad y se utilizaba cuando quería señalarse que alguna cosa era buena.
Debido a que la pronunciación en francés del nombre del puerto es similar a la pronunciación de las letras o y k en inglés, se adopto esa forma de escribirlo: OK.

2.- "Aux Quais"
Esta otra teoría apunta a los soldados franceses que fueron a América durante la Guerra de Independendia. Se citaban con sus novias americanas en los muelles, o como se dice en francés "aux quais". Se escribiría OK por el mismo motivo citado anteriormente.

3.- "Oll Korrect"
Esta teoría atribuye la autoría de la expresión al presidente norteamericano Andrew Jackson. Se dice que escribía OK en los documentos que leía a modo de abreviatura de "Oll Korrect" en lugar de "All Correct" (así que ya sabemos que no hace falta saber leer y escribir para llegar a ser presidente de Estados Unidos).

4.- "Okeh"
Según ciertos historiadores, el presidente Woodrow Wilson conocía una palabra india que sonaba como OK y que significaba "así es". El presidente escribía OK en los documentos que le parecían correctos.

5.- "Orrins-Kendall"
Durante la Guerra Civil norteamericana, la compañia Orrins-Kendall enviaba galletas al ejército empaquetadas en grandes cajas que iban marcadas con las letras OK.

6.- "Zero Killed"
Otra de las teorías que proviene de la Guerra Civil dice que OK era una abreviatura de "zero killed", que era lo que los oficiales escribían en los partes de bajas cuando en una batalla no había muerto ningún soldado.

7.- "Old Kinderhook"
Pero lo que más historiadores creen es que el candidato a la presidencia de los Estados Unidos en 1840 llamado Martin van Buren es el responsable. Su apodo era Old Kinderhook, porque provenía de una ciudad llamada Kinderhook. Los que le apoyaban formaron un club llamado "OK Club" y su grito de guerra era OK. Cuando Van Buren ganó las elecciones y se convirtió en presidente, en los titulares de los periódicos se publicó la victoria de OK, haciéndose la expresión cada vez más popular.


sábado, abril 24, 2004

 

No sé nada

No he detenido mis pasos y me he girado para mirar detrás de mi al notar tu perfume en el aire... porque no sabría reconocerlo. Tampoco sé a qué sabe tu piel, ni cómo es el tacto de tu abrazo, ni tu pelo se enreda en mí cuando apoyas tu frente en la mia, ni mis manos se refugian en tu nuca para precipitarse después por tu espalda desnuda...

No sé cómo se ve mi alma reflejada en tus ojos, ni tus pestañas me hacen cosquillas en el cuello mientras lo besas. Mi corazón no intenta escapar del pecho mientras me aferro a tu vientre como un naúfrago se agarra al salvavidas. Quizá por eso me esté ahogando...

Mis labios no saben lo dulces que son tus besos, ni sé lo que es un amanecer porque jamás me he despertado a tu lado, ni tus manos se trenzan en las mias mientras el humo de un cigarro se dispersa en espirales, ni tus susurros convierten todo lo demás en ruido...

No sé qué soy porque no sé nada de todo eso, porque nunca pasó. Y sin embargo lo añoro, lo deseo, lo necesito, lo quiero...


viernes, abril 23, 2004

 

Ingeniería alemana (2ª parte)

- ¿Y si las puertas no se abren? ¿Y si estamos demasiado profundo? - respondió entre sollozos Nico.

- Se abrirán, ya lo verás. Y el río no tiene más de 15 metros por aquí, nos hemos caido desde el puente viejo. Además, había más coches cruzando, así que ya deben haber avisado a los bomberos.

- ¿Y si los esperamos?

- No, no hay tiempo. En cinco minutos el agua nos llegará al pecho. Hay que salir ya. Vamos a respirar hondo unas cuantas veces, igual que cuando buceamos en la piscina. Venga.

Los dos empezaron ha inspirar profundamente, así oxigenarían mejor su sangre y podrían llenar sus pulmones algo más. Mientras tanto, Berto busco el pulsador que accionaba el elevalunas eléctrico. Puso el dedo sobre él.

- Bueno socio, a la de tres aprieto el botón. ¿Ok?

Nico asintió con la cabeza.

Berto elevo el pulgar de su mano derecha, después el índice, y a la vez que elevaba el anular y presionaba el botón, ambos contuvieron la respiración.

- ¡Mierda!, no funciona. - Dijo Berto.

- ¿Por qué?

- El sistema eléctrico se desconecta en caso de accidente para evitar que una chispa incendie el depósito de gasolina.

- ¡Me cago en la puta ingeniería alemana! ¿Y ahora qué? ¡El agua sigue entrando!

- ¡Las ventanillas de atrás son manuales! ¡Vamos!

- Tú primero.

Berto, apoyándose en el reposacabezas y en el volante, se levantó y pasó a los asientos traseros. Nico le siguió.

- Venga, como antes, respira hondo - y diciendo esto sumergió la mano en el agua, que casi les llegaba al pecho, y aferró a la manecilla.

Los rostros tensos. Los cuerpos entumecidos por el frío. Volvió a repetir el ritual. Pulgar, índice y anular. El ruido del agua entrando en el habitáculo rompió el tétrico silencio que habían mantenido mientras contaban hasta tres. Pronto el coche se inundó.

Berto salió por la puerta trasera izquierda, Nico intentó salir por la puerta derecha pero no pudo abrirla, así que tuvo que salir por la misma que Berto había utilizado. Una vez fuera del coche se dio cuenta de lo complicado que es nadar vestido. Le costaba mucho mover las piernas y elevar los brazos para dar las brazadas. Berto se alejaba veloz hacia la superficie.

Había escuchado en algún sitio que existen dos tipos de muertes por ahogamiento, la causada por el agua al entrar en los pulmones y los ahogados "en seco". En estos últimos las vías respiratorias se ocluyen y no permiten que nada entre en los pulmones.

Mientras notaba como dejaba de ascender y que Berto estaba cada vez más lejos, se preguntaba qué tipo de muerte sería la suya...

jueves, abril 22, 2004

 

Ingeniería alemana (1ª parte)

Lentamente abrió los ojos. El dolor en el cuello era muy intenso y tenía la sensación de humedad en la cara y también en los pies. Al pasarse la mano por la frente comprobó que era sangre lo que goteaba de sus cejas. Nunca había imaginado que un airbag fuera tan duro.

Había poca luz. Miró a su izquierda y vio a su amigo echado hacia delante, sobre el volante, pendiendo del cinturón de seguridad. Extendió el brazo hasta tocar el hombro del conductor.

- ¡Berto! ¡Berto! ¡despierta! - Gritó mientras le agitaba. Pero Berto no despertó.

Bajó la mano hacia su cuello buscando unos latidos que, tras unos instantes localizó. El pulso era fuerte, cosa que le dejó más tranquilo.

Poco a poco el aturdimiento iba disminuyendo, dejando paso a la consciencia del dolor. Le dolía mucho el cuello, la cara y el pecho. Por suerte ambos llevaban puesto el cinturón de seguridad y el coche iba equipado con cuatro airbags. "Bendita ingeniería alemana"- masculló Nico mietras se esforzaba por presionar el botón que le liberase del cinturón. Al hacerlo se escurrió hacia delante.

-Me cago en mi puta vida... ¿qué mierda ha pasado? - dijo Berto mientras se quitaba el cinturón con una mano y se palpaba la sangrante nariz con la otra.

- Pues que hemos tenido un accidente - contestó Nico.

- ¿Pero... qué cojones es esto? ¡Nico! - chilló Berto con una mezcla de terror y desesperación al mirar por la luna del parabrisas y darse cuenta de la situación.

- ¡Joder!

Ahora la sensación de humedad les llegaba por encima de las rodillas a ambos.

- ¡Hay que salir de aquí!, ¡vamos! - y acto seguido buscó el tirador de la puerta. Movió hacia él la palanca pero la puerta no se abría. Intentó empujar con el hombro, pero tampoco funcionó.

- ¡No se abre joder, no se abre!

- Es la presión, el agua hace presión y no podemos abrir.

- ¡Deja la puta clase de física y haz algo para sacarnos de aquí!

- Vale, pero deja de dar golpes a la puerta porque no podrás abrirla. Solo hay una manera de salir de aquí.

- ¿Cuál? - contestó Nico mirándole con el rostro desencajado.

- Hay que bajar una ventanilla y esperar a que...

- ¿Esperar a qué? - le interrumpió - ¿Esperar a ahogarnos? - y volvió empujar la puerta, aunque ahora con más violencia.

- Nico... Nico... ¡Nico escúchame! - gritó Berto.

Nico, se detuvo, y sin girarse se preparó para escuchar la teoría de su amigo.

- El agua nos llega por la cintura. Si no hacemos lo que te digo nos ahogaremos, ¿entiendes?.

- Sss... sí - balbuceó Nico, que había empezado a temblar, no sabía si de frío o de miedo.

- Tomaremos aire, bajaremos las ventanillas y el agua empezará a entrar. Cuando el coche esté lleno, la presión dentro y fuera se igualará y podremos salir y subir a la superficie. ¿Lo has entendido?.

- ¿Y si las puertas no se abren? ¿Y si estamos demasiado profundo? - respondió entre sollozos Nico.

continuará...

miércoles, abril 21, 2004

 

Triángulo isósceles

Sueños.
Sueños tristes.
Tristes por imposibles.
Imposibles por ser inalcanzables.
Inalcanzables exactamente como eres tú.
Tú alejándote cada segundo.
Segundos que escapan.
Escapan lejos.
Lejos.


martes, abril 20, 2004

 

Hoy no

Hoy no hay textos de piradas que matan por despecho, ni de niños que hablan con flores. Hoy no usaré las letras para formar palabras que a su vez formen un triángulo... Hoy no.

Hoy he visto una foto tuya y mi corazón ha vuelto a acelerarse. Me he quedado clavado mirándote a los ojos, deseándo que parpadearan y que tu rostro se girase hasta que nuestras miradas se encontraran. Mil pensamientos, mil deseos, mil ideas, todo junto en mi cabeza mientras escucho una de las canciones que ni sabría que existen de no ser por ti.

Daría lo que fuera porque te vieras a través de mis ojos, para que vieras que no es negro carbón lo que hay dentro de tí, si no un filón de oro puro. Daría lo que fuera por poder abrazarte, acariciarte, por poder apartar de tu frente ese mechón de pelo tras el que se esconde uno de tus ojos, por poder velar tus sueños y espantar las pesadillas para que así pudieras dormir tranquila de una vez por todas...

Para mi desgracia creo que todo eso puede resumirse en dos palabras...

No vas a leer esto, y sin embargo lo estoy escribiendo. Es una más de las estupideces que no dejo de cometer.

Ojalá todo fuera distinto

Ojalá dejes de sufrir... y yo también.


"I know someday you'll have a beautyful life
I know you'll be a star in somebody else's sky
but why
why
why can't it be
why can't it be mine "



lunes, abril 19, 2004

 

Partir de nuevo

Apenas tardó 15 minutos en hacer la maleta. A fuerza de hacerla y desacerla se había convertido en algo mecánico, pero también hay que reconocer que cada vez sacaba menos cosas de ella.

Entre el grueso jersey de lana azul y los vaqueros desgastados, volvió a guardar sus caricias, tan limpias como las había sacado al deshacer el equipaje, pero algo más arrugadas y menos suaves; y es que se van haciendo más ásperas con cada viaje. Recogió cada uno de los besos que había ido desperdigando despreocupado por la casa. Daba igual si eran dulces, tiernos o apasionados, los metió todos juntos en una pequeña bolsa roja y los acomodó en la esquina izquierda. Dobló cuidadosamente sus abrazos y antes de colocarlos sobre las camisas acomodó los recuerdos. Siempre los colocaba en los rincones de la maleta, pero al final alguno terminaba perdiéndose. Esta vez viajarían bajo los abrazos.

Con paso lento atravesó el pasillo que separaba el breve salón del dormitorio. Entró en el baño , de donde recogió su jabón, su cuchilla de afeitar y su cepillo de dientes. Una punzada tan fría como amarga atravesó su pecho al mirar su reflejo en el espejo... y no verlo abrazado a ella.

Se cercioró de que apagaba las luces según cerraba la puerta de cada habitación. Guardó lo que acababa de traer del baño en la maleta y echó un último vistazo al salón asegurándose de que no se dejaba nada.

Cuando se dispuso a cerrar la vieja maleta, no pudo. Había demasiadas cosas, así que había que sacar algo. La abrió de nuevo e inspeccionó el contenido buscando qué era lo que impedía cerrarla. No tardó en darse cuenta de cual era el fallo. Sacó de la maleta unas lágrimas, las dejó caer y de nuevo intentó cerrarla. Ahora no hubo obstáculos y el sonido de los cierres metálicos rompió el silencio.

En la penumbra del salón, esquivando sombras, se acercó hasta el ventanal. Con la frente apoyada sobre el vidrio destemplado, observó con la mirada perdida como las farolas se encendían antes de lo normal y como las personas, abajo en la calle, corrían a resguardarse de las gotas de lluvia que ya resbalaban en el exterior del cristal.

Un relámpago iluminó la estancia por un segundo, y el trueno que le siguió hizo que el ventanal temblase y le hizo reaccionar. Se irguió, y cabizbajo se dirigió hacia su maleta. Era hora de partir de nuevo.


domingo, abril 18, 2004

 

Gloria en domingo

En su post del jueves pasado, J* hacía referencia a su primer libro (supongo que al primero que recuerda haber leído), y era de Gloria Fuertes. En el comentario que dejé le decía que yo también conservaba un libro de cuando era pequeño llamado Piopio Lope el pollito Miope, y que buscaría algun poema para ponerlo aquí. Pues él también lo tiene y le quiso rendir homenaje a Gloria Fuertes subiendo uno de sus poemas. Yo hago lo propio hoy, y he escogido un poema que recordaba a pesar de que hacía años que no tenía el libro en mis manos.

Estés donde estés, seguro que sigues haciendo felices a los niños con tus rimas.

DON DON Y SU BOMBÓN

El bombón de Don Don
era su perrito llamado Bombón.

Bombón era dulce y marrón,
con los buenos, cariñoso
con los malos, peligroso
(como debe ser un buen perro).

Andaba a dos patas
como los del circo
y sonreía con el rabo.

Le gustaba el chocolate y las sardinas
porque era perro de barco.

Don Don era el Patrón
de una barca sin timón.

La barca se llamaba Pitusa Rompeolas Colofón.

(UN MAL DÍA...)

- Mira Bombón,
mientras duren estos fríos no te voy a llevar
a pescar,
toses y no vales más que para molestar.

Atado en el muelle
en un rincón,
se puso a llorar
el perro Bombón.

Fuerte soplaba el viento soplón.
La frágil Pitusa naufragó.
Presintión el peligro el perro Bombón...
¡Guau guau ! - se escapó;
se echó a nadar y salvó a Don Don.
Ya en el puerto, se abrazaron los dos naúfragos.
Bombón tiritaba de oreja a rabo.

- ¡Te debo la vida!
dijo Don Don a Bombón emocionado.
- ¡A besos te comería,
porque pareces un Bombón helado!.

sábado, abril 17, 2004

 

Loca por sus huesos (2ª parte)

(No os hago esperar más. Aquí va el desenlace)

Aprentando los dientes, él comenzó a reptar por la biblioteca. Ella se encontraba ahora mirando una vitrina en la que se exponían restos fósiles de animales que habitaron los mares hace miles de millones de años. Al lado de cada resto pétreo, un dibujo ayudaba a comprender qué aspecto habían tenido esas criaturas.

- Bichos, bichos repugnantes. Calamares monstruosos, erizos... siempre te han interesado más que las personas. Pero... no entiendo cómo pueden interesarte más que yo. ¿Sabes la de proposiciones que he rechazado por ti?, ¿la de hombres que me desean y que matarían por tocar mi cuerpo?. No claro, a ti solo te interesa saber dónde conseguir un buen mapa de tu próxima zona de investigación, y de contratar unos porteadores que carguen con tus huesecitos. Pero mírate ahora... D. Importante gimiendo como un niño. El Profesor Connors, Doctor en Paleontología arrastrándose por el suelo como una babosa...

- ¡Maldita loca!, ¡jamás hubo nada entre nosotros!

Al llegar a la puerta, y antes de salir al pasillo, se detuvo a descansar. El dolor era insoportable pero sabía que tenía continuar avanzando. A tan solo cinco metros se encontraba el salón, y allí, sobre una mesita en la esquina, el teléfono. Ella estaba ahora mirando por la ventana. A contraluz su melena pelirroja parecía incenciada, y su hermosa silueta se recortaba sobre los visillos que se mecían levemente por la brisa de la tarde.

Salió al pasillo mordiéndose el labio inferior para evitar el grito de dolor que desbordaba sus pulmones. Alcanzar el teléfono era su único pensamiento. Le parecían lejanos los sonidos procedentes de la biblioteca: la música del viejo gramófono, el ruido de cristales rotos, sus gritos, muebles cayendo...

Ella terminó el paseo por la biblioteca al llegar a la chimenéa. Sobre la repisa, un par de fotos franqueaban un enorme fémur que perteneció a uno de esos grandes reptiles prehistóricos que el Profesor conocía tan bien. Mientras silbaba acompañando las trompetas de la cancíón que sonaba, lo cogió con ambas manos a modo de bate y con el mismo paso lento e insinuante de siempre siguió el rastro de sangre que teñía la madera de rojo.

viernes, abril 16, 2004

 

Loca por sus huesos (1ª parte)

El suelo de madera crujía al ceder bajo cada paso de sus zapatos negros de tacón. Con pausada cadencia se movía por la bilbioteca, mirando los numerosos volúmenes que se amontonaban en los estantes. Mientras tanto, él se retorcía en el suelo presionando con las manos su abdomen, en un intento vano de evitar que la sangre continuara derramándose lentamente por el orificio que el Colt 45 había dejado.

- Por favor... deja de lloriquear. No va contigo. Tú... tú eres tan viril. Siempre tan bien arreglado, con tu sombrero deliberadamente calado de medio lado y bebiendo whisky mientras cuentas alguna de esas emociantes historias de tus expediciones.

- ¿Por... por qué? - acertó a balbucear sin levantar la frente del suelo.

Ella, con la mirada perdida en los libros y empleando un tono de voz suave, casi susurrante, pero cargado de desprecio, le contesto:

- ¿Por qué?. Quizá deberías mirar en alguno de tus libros la respuesta. Y si no viene, podrías embaucar al Decano de la facultad para que subvencionase otra de tus expediciones. ¿Acaso no dices siempre que las respuestas a los enigmas están fuera de las aulas, esperando a que alguien quite la tierra que los cobija? ¿No te hablan los huesos y las piedras? ¿O es que perdieron la voz?- Y mientras decía esto último, dejó el revolver sobre la mesa para tomar una pesada roca cuajada de cristales de cuarzo perfectamente transparentes, que se hicieron mil pedazos al dejarla caer al suelo.

- ¿Qúe le he hecho yo?

- ¡Cállate!, ¡cállate bastardo! ¿No sabes qué me has hecho? ¡Nada! Soy la que ha hecho posible que siempre tuvieras los pasajes de barco para zarpar rumbo a países que ni siquiera sé ubicar en el mapa. La que se ha ocupado de las cuentas, la que ha redactado cientos de cartas contando tus nuevos descubrimientos, la que ha hablado con la prensa para concertar tus entrevistas, la que ha organizado tus cenas con el resto de cerebritos para que todos supieran lo grande que eras, y tú no has hecho nada. ¿Me diste las gracias alguna vez?, ¿Me invitaste a cenar?, ¿Me pediste que te acompañara a la entrega de alguno de tus premios?... No, yo solo era la secretaria. ¿Y qué es lo que sí has hecho?: pedir en matrimonio a la hija del Decano...

jueves, abril 15, 2004

 

Embalando recuerdos

En breve cambio de piso. Cajas de cartón se apilan en el pequeño salón mientras los estantes de los muebles son mudos testigos del lento pero incesante emigrar de libros, figuras, fotos...

Hoy he empezado a guardar cosas de mi habitación. He embalado cuidadosamente mi colección de minerales y de arenas de playa; he recordado mi estancia en los sitios donde las recogí, o a las personas que se acordaron de mí y me trajeron un poco de arena junto con una sonrisa. En otras cajas, centenares de piezas aguardan pacientes a que les dedique algún tiempo para ser ensambladas y pintadas hasta formar un avión, un helicóptero o un velero. Y aun queda lo peor, guardar los libros. Porque el saber no ocupará lugar, pero los libros sí. Y además pesan lo suyo...

He vuelto a ver fotos de tiempos más felices ya pasados, cuando el mañana no importaba, y me he preguntado qué será de esos que no volví a ver.
Figuras y juegos de niñez que el tiempo ha arropado con polvo me saludan de nuevo. Qué largos eran los días entonces, y que largas son ahora las noches... Tesoros de antaño guardados con mimo son ahora cacharros sin valor que viajarán hasta uno de esos testigos de la "civilización" humana que son los vertederos de basura.

Quizá sea el ver que toda una vida cabe en unas cuantas cajas de cartón, puede que sea la música de Sigur Ros que escucho mientras escribo esto o tal vez sean los recuerdos que se agolpan en mi mente. No sé el motivo en concreto. Lo que sí sé, es que me siento insignificante y viejo.

miércoles, abril 14, 2004

 

7 días

Hoy ha sido un día de mierda.

He estado vagando por Madrid, andando sin rumbo. Al final mis pies me han llevado al Retiro. He pasado por la estatua del Ángel Caído y me ha dado pena. Madrid es la única ciudad del mundo en la que Lucifer tiene una estatua erigida (o al menos eso decimos los madrileños...).

Después, y sin dejar de darle vueltas a la cabeza, he paseado bajo catalpas, pinos, castaños, cedros, eucaliptos... hasta que me he sentado en un banco frente al estanque. Todos parecían felices. Todos menos yo.

Hoy hace una semana que empecé a escribir aquí. Y lo cierto es que tenía cierto temor a esto de dejar a otros leer lo que siento y lo que escribo. Pero pensé que me vendría bien tener un sitio donde desahogarme si lo necesitaba, y hoy lo he necesitado.

Quiero daros las gracias a todos los que habéis pasado por aquí esta semana, y en especial a los que os habéis molestado en dejar algún comentario. Habéis conseguido que empiece a pensar que no está tan mal lo que escribo.
Espero que os siga gustando gran parte de lo que leáis.

Gracias


martes, abril 13, 2004

 

Cosas de niños

- Porque el mismo aire que a ti te asfixia, a mí me nutre. Porque el suelo que tú desprecias pisándolo, es al que yo abrazo y no dejo escapar. Porque el mismo sol que a ti te quema y del que te resguardas, a mí me yergue y no dejo de buscarle. Porque tus deshechos son mi fuente de vida. Porque te mueves y quieres verlo todo, mientras yo inmóvil dejo que me vean...- y diciendo esto, dejó caer uno de sus rojos pétalos. Él lo recogió y lo guardó en un de los bolsillos de su pantalón de pana.

- ¿Qué tal en el parque? - le preguntó su madre mientras le quitaba el abrigo y las botas manchadas de barro.

- Muy bien. He jugado en los columpios y una rosa me ha contado porqué las personas y las flores no pueden ser novios - replicó el pequeño.

- ¡Vaya!, qué interesante. Pues ahora me lo cuentas todo mientras te baño, ¿te parece bien?.

- Vale.


Su madre sonrió, le tomó en brazos y le hizo cosquillas en el cuello al darle un beso. Sus risas se fueron apagando a medida que subían las escaleras camino de la bañera.

lunes, abril 12, 2004

 

220 Km/h

Una de las cosas que más me gusta de conducir es que es algo mecánico, no tienes que pensar en ello mientras estas haciéndolo, simplemente lo haces. Pisar los pedales, empujar la palanca de cambios, sujetar el volante... es como bailar. Bueno, en realidad es más fácil que bailar. Supongo que el motivo de que me subiera al coche nada más terminar la conversación telefónica con ella, fue precisamente ese, la necesidad de dejar de pensar en ella, dejar de pensar en los últimos 3 años, dejar de pensar de una vez.

No es que mi coche sea un modelo espectacular, no es un deportivo pontente ni mucho menos, pero tampoco está mal. Le tengo mucho aprecio, quizá por el trabajo que me ha costado tenerlo, por la de mierda que he tenido que tragar hasta reunir el dinero necesario para comprarlo.

Cuando estoy subido en él, siento que por una jodida vez tengo el control de algo, soy yo el que manda, y todo ocurre según quiero que pase. Además, él me entiende. Con tan solo pisar con suavidad el acelerador se empiezan a escuchar el canto de sus 150 caballos. El motor es lo suficientemente salvaje como para seguir aumentando mi colección de multas por exceso de velocidad. Jamás me ha fallado... es lo único que nunca me ha fallado.

Hace poco compré un nuevo equipo de musica, con un cargador para 20 cd's. Sólo hay que pulsar una tecla y las canciones van saltando aleatoriamente. En ese momento sonaba Bulletproof Cupid... que irónico. Involuntariamente, sin ser consciente de ello, comencé a pisar el acelerador. El motor tampoco me falló esta vez, y en el panel, la aguja del velocímetro giró con suavidad. Pasó por 105 Km/h, por 115, 130...

La canción terminó y el ruido del motor me advirtió de lo rápido que viajaba. Cuando mi mirada dejó de estar perdida y volví a enfocar con nitidez, el velocímetro marcaba 185 Km/h y el pilar que sostenía el paso elevado estaba justo en línea recta. Suerte que la distancia que me separaba de él era lo suficientemente grande... lo suficientemente grande como para que me diera tiempo a pisar a fondo el acelerador y ver cómo la aguja naranja pasaba sin vacilar por 220 Km/h, antes de colisionar.

domingo, abril 11, 2004

 

Triángulo rectángulo

Sí.
Los odio.
No me gustan.
No me gustan nada.
No me gustan los domingos.
Suelo ponerme muy triste ese día.
Aunque otros prefieren odiar más los lunes.
Considero personalmente el domingo como el peor dia.
Cafeterías, parques, paseos, cines, me gritan cómo me siento...

Solo


sábado, abril 10, 2004

 

Mentiras piadosas

Queridos papá y mamá:

¿Cómo estáis?. Yo muy bien. Estoy aprovechando un rato de descanso antes de entrar de guardia para escribiros porque el correo sale para allí mañana a mediodía, así que o lo hago ahora o hasta la semana que viene nada.

¿Qué tal están los peques?, espero que bien. Diles que no se peleen, y que nos os den mucho trabajo o cuando vuelva les patearé el culo. Y que ni se les ocurra tocar mis discos.

Espero que el perro haya dejado ya de aullar en la puerta de mi habitación. Dile que vuelvo pronto y dale una de sus galletas de mi parte.

Por aquí todo sigue igual, muy tranquilo. La comida es muy buena y las raciones generosas, así que no te preocupes mamá que como estupendamente. Aunque cuando me véas seguro que me dices que estoy más delgado.

Esta semana me tocó ir en el camión de reparto de víveres. La gente se alegra de que lleguemos y nos dan las gracias por la ayuda. Nos tratan como si fueramos sus salvadores, ¡y hasta algunos nos ofrecen a sus hijas para que nos casemos con ellas! jajajaja. Pero yo prefiero a una voluntaria de la Cruz Roja que es muy linda. Es morena y de ojos verdes, y almorzamos juntos siempre que podemos. Ya os iré contando, si es que hay algo que contar.


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- ¡Joder!, la cosa está cada vez peor socio. Han traído a tres policías a nuestra enfermería. Les estaban apedreando y llamándoles traidores y vendidos. Vamos, que si no pasa nuestra patrulla se los cargan.

- Menuda guardia nos espera...

- No lo sabes tú bien.

- Sí que lo sé. He estado hablando con uno de la cocina y me ha contado que los que fueron ayer de reparto estaban acojonados, y eso que iban ocho efectivos a repartir y veinte para escoltarlos. Dice que se veían barricadas, coches ardiendo..., y que cuando llegaron al poblado algunos les tiraron piedras y les escupieron.

- Me escupe a mi un hijo de puta de estos y se traga la culata. Encima que venimos a salvarles el culo...

- Bueno, eso es relativo. Que yo sepa no pidieron ser salvados.

- ¡No me jodas tú también!

- Piénsalo un poco. Ponte en su pellejo por un momento.

- ¡Vete a la mierda!. Tenías que haberte metido en la Cruz Roja en lugar de en el ejército. O haber sido misionero... ¡Vamos!, deja ya de escribir cartitas y ponte el puto chaleco antibalas, que no quiero que nos metan un puro por llegar tarde al relevo.

- Vaaaaaale. Ya acabo.

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Bueno, no puedo escribir más porque entro de guardia en diez minutos. No estéis preocupados por mí, porque esto está igual de tranquilo que un campamento de verano.
Muchos besos para todos ( pero para tí mamá, muchos más ).
Os quiero.

P.D. ¿Habéis mirado el calendario?, ¡ya sólo quedan tres meses para que vuelva!.

viernes, abril 09, 2004

 

Hay veces...

Hay veces en las que te encantaría hablar horas y horas con una persona, como cuando érais unos desconocidos, pero cuando tienes la ocasión de hacerlo... no te salen las palabras.

Hay momentos en los que querrías coincidir con esa persona y sin embargo esquivas los sitios que suele frecuentar para evitar esos silencios tan elocuentes para tí, tan incomprensibles para ella.

Hay días en los que pretendes olvidar a esa persona, sacarla de tu cabeza, y cada puto segundo del día no hace otra cosa que recordártela.

Hay veces que cuando no te quedan más lágrimas en los ojos, lloras palabras.

jueves, abril 08, 2004

 

¡Cuidado con los baobabs!

Ayer hablaba Galatea en su post sobre cómo se sale poco a poco de un bajón anímico o una depresión. Hoy he escuchado en la radio que han encontrado los restos del avión en el que desapareció el 31 de Julio de 1944 Antoine de Saint-Exupery.

Además de piloto, Saint-Exupery fue escritor. Algunas de sus obras son Vuelo nocturno, Correo del Sur y Piloto de guerra, aunque todos le recordamos por ser el creador de El Principito.

Y ahora es cuando vosotros pensáis: y esas dos cosas, ¿tienen algo que ver?.

El Principito es uno de mis libros favoritos. Lo he releido varias veces y lo releeré muchas más. Y siempre lloro. Y ahí esta el nexo de unión: cuando estoy muy triste y deprimido, cuando flaquean mis fuerzas para seguir adelante, cuando la soledad se hace insoportable... El Principito consigue darme una brizna de esperanza y arranco a llorar, que como dijo Galatea es el primer paso para salir adelante. Siempre viene bien que alguien nos recuerde que:


- Adiós - le dijo.
- Adiós - repuso el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy sencillo. Consiste en que no se ve bien sino con el corazón, pues lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos - repitió el principito, a fin de recordarlo.

miércoles, abril 07, 2004

 

Esquivando sombras

La capacidad de hablar no nos hace más inteligentes que cualquier otro animal. Sin embargo el ser capaz de reflexionar acerca de nosotros mismos, tener conciencia de nuestro yo o poder imaginar, sí denotan inteligencia. Cuando el animal capaz de hablar que posee esas aptitudes, las utiliza además para el beneficio común, es cuando nos encontramos con un ser humano y no con un animal más catalogado como homo sapiens.

¿Y con todo esto... qué coño quiero decir?. Pues que aquí intentaré reflexionar sobre mí y mi entorno, y seguro que imaginaré situaciones mejores que vivir y lugares mejores donde estar. Supongo que me considero un ser humano... de momento.

¿Quieres esquivar sombras conmigo?.

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